La teoría que más oigo estos días es la del obeso que sigue cebándose porque total qué más dará todo ya. Conciliemos, decis. Hagamos las paces. Dejemos el ataque a un lado, no seamos extremistas todos (?), entendámonos. También oigo que la culpa de que surjan extremistas de derecha (como si no llevasen aquí desde siempre) es de que haya feministas y gente de extrema izquierda (?) que les han dado publicidad con tanto atacarlos. Ya... cómo no. Aclaremos dos cosas:
Primero, la culpa de que haya extremistas es de los extremistas, los que lo sois es porque queréis y os han comido el tarro, no porque yo como feminista, por ejemplo, intente que haya más igualdad por distintos medios con mayor o menor eficacia.
Segundo, si yo intento sentarme a una mesa a dialogar con un fascista, si yo hago algo que no sea combatirlo, estoy validando lo que defiende como tolerable, como una postura ideológica aceptable en una sociedad moderna democrática. Le estoy diciendo que lícito sentarnos a debatir si todos los seres humanos merecemos los mismos derechos en todos los ámbitos. No sentarme con él no es ser extremista, llamarlo por lo que es no es ser extremista, querer acabar con los medios en los que la desigualdad se perpetúa no es extremista. No tolerar más a los intolerantes no es ser extremista, señores. Es proteger un Estado democrático, donde se conviva en tolerancia, de lo que la dinamita.
Muchas personas en todo el planeta estamos hartas de vivir en un nivel de indignación máximo y constante porque a la mayoría os la sude que no avancemos, que sigamos teniendo injusticias, o que destruyamos el planeta y hagamos sufrir un holocausto diario a varias especies. Y no nos importa pelear, y no nos importan las consecuencias. Que el 1% de la población mundial tenga el 75% de los recursos no solo es injusto, es insostenible, para la población y para el planeta. Ojalá lo entendiéseis, os concienciáseis para actuar en consecuencia y para dejar de miraros ombligo como unos repugnantes. Ojalá ese 1% no tuviese a tantos adeptos en tantos sitios para ser sus alfeñiques y sus voceros, sus defensores ignorantes, prostituídos a la causa de empobrecerlo todo y a todos en beneficio de sus amos. Y por una vez en mucho tiempo los que estamos de este lado no queremos ponernos límite, ni callarnos por miedo al enfrentamiento, por miedo a que empeore, por miedo a volver atrás. Acabe como acabe. Quedarnos en silencio nos convertiría en cómplices.
Antisistema nos llamáis, extrema izquierda... una piña gorda con gorrito de navidad para vosotros, ¡guapis! Los únicos que hacemos algo porque algún día exista un sistema sostenible, en el que podamos vivir todos, incluso aunque ese sistema fuese sucesor del capitalismo, somos los que seguimos peleando por reformarlo. Peleamos por una vida digna, por menos contaminación, por la igualdad de oportunidades de todo ser humano independientemente de cómo y dónde haya nacido, por los derechos de todas las criaturas de este planeta. Peleamos por algo más que por yo, por mí y por mis mecanismos mientras cambiamos el canal de la tele e insultamos a los catalanes, vaya.
Si apoyas de voto o palabra al racismo, el machismo, la desigualdad de oportunidades, el liberalismo que solo es liberal para dejar que se enriquezca el más rico pero luego lo rescata y es más que proteccionista con bancos, sociedades e industrias; si apoyas el conservadurismo moralista católico y la intolerancia brutal de considerarte más digno de algo que otros por causas no conseguidas si no adquiridas, entonces, eres un fascista.
Si votas a un partido racista que quiere cerrar fronteras para que los occidentales sigamos siendo menos pobres que otros porque es nuestro derecho de nacimiento: bienvenido a la realidad, eres racista. Y también cuando repites estereotipos que varias encuestas del INE niegan rotundamente.
Si apoyas a personas, partidos e instituciones que atacan al feminismo continuamente en todas sus formas, sin proponer medidas razonables para que haya una igualdad real entre ambos sexos, no solo eres machista, machistas un poco somos todos porque es lo que hemos mamado, pero eres un obstáculo para el feminismo y como tal te vamos a tratar.
Si apoyas a partidos reaccionarios que consideran que subir a 900 euros el salario mínimo era una locura y que creen, como el FMI que se deberían bajar los sueldos en España y abarator los despidos, pero que no hay que poner límite a cuánto debe cobrar un casero por un alquiler: enhorabuena, eres un miserable. Y un fascista.
Si te gustan mucho los toros porque es que es tradición y a ti tus tradiciones que no te las toquen métete las banderillas por el orto, fascista.
Si eres muy español y mucho español, muy blanco, muy macho y muy hetero, y consideras que por eso tienes más derecho a tus derechos que un subsahariano o un peruano, un homosexual, un musulmán, o un transexual, o cualquiera que se salga de tu esquema borderline de valores, lo siento por ti, porque eres nuestro enemigo. Vamos a por ti. Queremos, y tenemos que, erradicar algo que no puede tolerarse más en democracia porque la parasita: tus opiniones de mierda.
¿Y tú qué quieres?